miércoles, 8 de agosto de 2007

10. EL VALOR DEL PENSAMIENTO. SABIDURÍA. APRENDIZAJE. DESARROLLO INTELECTUAL.

EL VALOR DEL PENSAMIENTO. SABIDURÍA. APRENDIZAJE. DESARROLLO INTELECTUAL.

EL VALOR DEL PENSAMIENTO.

El pensar constituye una de las características básicas del ser humano; preguntarse sobre las cosas, investigar, ensayar varias soluciones posibles a los problemas; y poner en entredicho, elaborar o rechazar esas soluciones en el proceso consiguiente de elaboración de un cuerpo de pensamiento que guíe a cada ser humano en la vida durante todo el tiempo que pueda vivir. En otras palabras, todos sur humano ha de pensar para elaborar una filosofía de la vida, que es la acumulación de una reserva de instrucciones personales a las que se recurre automáticamente cada vez que uno hace algo. En este sentido, todo ser humano tiene ya una filosofía de la vida, y el único problema es, en el fondo, determinar si ese cuerpo de pensamiento, de creencias, de opinión, de creencias y de valores por los que el individuo rige su vida se desarrolla de modo que la vida resulte cada vez más interesante y que las posibilidades que ofrezca no tengan límites, o si ejerce un efecto paralizador, de modo que no permite más opción que el aburrimiento, la depresión y la desesperanza.

SABIDURÍA.

§ “Sólo hay un bien: el conocimiento; sólo hay un mal: la ignorancia”. Sócrates.

§ “La vida es la mejor escuela: pero cuando no se aprenden sus lecciones, de nada sirve la vida, de nada sirve la escuela”. Marden.

§ “La sabiduría está en hacerte preguntas" (Sócrates).

§ “Se observador para tener un corazón puro, pues algo nace para ti como consecuencia de cada acción”. Autor desconocido

§ “Los sabios tienen las mismas ventajas sobre los ignorantes que los vivos sobre los muertos”. Aristóteles. (Filósofo griego)
§ “Todos desean saber, pero nadie quiere pagar el precio”. Juvenal (Poeta satírico romano)
El cúmulo de conocimientos no es sabiduría. La sabiduría consiste en la aplicación de los conocimientos y de la experiencia.

Busca y cultiva la verdad y la sabiduría. Piensa en términos trascendentes, humanísticos y globales. Escucha a los demás, sé receptivo a sus enseñanzas, y aprende continuamente de su experiencia.

La sabiduría proviene de la unión del corazón y la mente. Muchas veces, lo que la conciencia nos dicta que debemos hacer forma parte de nuestro marco racional: algo que leímos, pensamos o experimentamos. En estos casos, nuestra conciencia identifica o destaca la aplicación apropiada del conocimiento. Otras veces, la sabiduría del corazón trasciende la de la mente, y de alguna manera sabemos qué es lo correcto.

La sabiduría nos sugiere una perspectiva ponderada de la vida, un sentido del equilibrio, una comprensión de cómo se aplican y se relacionan, unas con otras, las diversas partes y principios. Contempla el juicio, el discernimiento y la inteligencia. Es una unidad, una totalidad integrada. El extremos superior de ese continuum que nos lleva hacia la sabiduría equivale a una brújula de vida precisa y completa, donde todas las partes y principios están relacionados adecuadamente entre sí.

“Cuida tu corazón, con toda diligencia, pues de él derivan los temas de la vida”. Proverbios, 4:23. La educación del corazón es el complemento esencial e indispensable de la educación de la mente. La educación del corazón es el proceso que nutre la sabiduría interior.

APRENDIZAJE. DESARROLLO INTELECTUAL.

§ “Nadie se vuelve tonto hasta que deja de hacer preguntas”. Steinmetz.

§ “Conservo seis honestos servidores que me enseñaron todo lo que sé. Sus nombres son: Qué, cuándo, porqué, cómo, dónde y quién”.

§ “Aprender es la mayor aventura del mundo –es el proceso de llegar a ser-. Cada vez que aprendemos algo nuevo, nos convertimos en algo nuevo”. Leo Buscaglia

§ “Estudia no para saber algo más, sino para saber algo mejor”. Séneca (Filósofo y político romano)
§ “La peor de las combinaciones es un cerebro demasiado grande con un corazón demasiado chico”. Eliana Simon.

La educación continuada, que sin cesar pule y amplia la mente, es una renovación mental vital. La educación humanística se orienta a aumentar nuestra capacidad para examinar nuestros paradigmas básicos, a la luz de otros paradigmas y de los interrogantes y propósitos de mayor alcance.

Estimula el desarrollo y el perfeccionamiento de tu mente y adquiere el hábito de leer y estudiar. Nuestra vida se enriquece mucho cuando nos dedicamos a la literatura y la escritura espiritual. Descubrirás que la lectura diaria y el estudio proporcionan una experiencia más plena de la vida en todos los sentidos. Esto es especialmente gratificante cuando sabes que lo estás haciendo por voluntad propia, no como un deber.

Aprender continuamente es una gran aventura, un proceso que te impulsa a ser mejor. Cultiva hábitos de continuo aprendizaje, involucrándote en una búsqueda permanente para comprender y vivir en armonía con principios fundamentales.

Lee mucho. La lectura y el estudio proporcionan una experiencia más plena de la vida en todos los sentidos. La lectura nos brinda la oportunidad de establecer contacto con las grandes inteligencias; nos permite penetrar en las mejores mentes del presente y del pasado del mundo.

Indaga a fondo para comprender las cosas.

El trabajo metódico y paciente, cultivando el hábito de leer, estudiar y prepararte, te llevan a la capacidad de pensar de forma cada vez más analítica y creativa, a desarrollar tu aptitud de comunicarte de forma oral y por escrito, cruzar límites, y resolver problemas mediante formas más nuevas y mejores.

Cuanto más y más te desarrolles, podrás dar más de ti. Aprendes para poder enseñar más. Te esfuerzas por lograr la sabiduría, a fin de estimular en los otros su verdad. Te haces más sensible y conocedor para poder aceptar mejor la sensibilidad y conocimientos de los demás. Luchas por interpretar la condición humana, para poder entender al otro mejor cuando te revele que es humano y nada más que humano. Vives en una continua admiración de la vida para poder permitir a los demás, también, que gocen de la vida. Lo que hagas por ti, lo haces por el otro.
Así pues, tiende un puente hacia ti mismo, pero no te detengas ahí. El paso siguiente e inmediato es tender un puente hacia los demás.

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