miércoles, 8 de agosto de 2007

6. AUTENTICIDAD. INTEGRIDAD. HONESTIDAD. NO CEDAS NI HAGAS CONCESIONES FRENTE A LA IRRESPONSABILIDAD O LA DESHONESTIDAD. CUMPLIR TUS PROMESAS.

AUTENTICIDAD. INTEGRIDAD. HONESTIDAD. NO CEDAS NI HAGAS CONCESIONES FRENTE A LA IRRESPONSABILIDAD O LA DESHONESTIDAD. CUMPLIR TUS PROMESAS.

AUTENTICIDAD.

§ “La manera más grandiosa de vivir con honor en el mundo es ser en realidad lo que aparentamos ser”. Sócrates

§ "Lo que haces habla tan alto que no me deja oír lo que dices".

§ “La virtud que se adorna y se alaba ya tiene un defecto”. Séneca
§ “Esto sobre todo: sé veraz contigo, y a eso seguirá, como la noche al día, que ya no podrás ser falso con ninguno”. Polonio a Alertes. Hamlet, acto I, escena III.
§ “Cuando se forma en nuestro interior sinceridad pura, ella se percibe en el exterior en el corazón de otras personas”. Lao-Tsé. Entendiendo los misterios. Siglo VI a.de.C.

Una persona no puede pretender ser mucho más de lo que es; finalmente será descubierta. El tratar de aparentar ser más de lo que uno es, acaba por hacer que los demás nos pierdan el respeto, y que incluso nos lo perdamos a nosotros mismos.

No trates de aparentar ser o saber más de lo que en realidad eres o sabes, pues ello te llevará a relacionarte con los demás sobre la base de técnicas manipuladoras. No permitamos ser seducidos por el orgullo y las apariencias.

No caiga en el error de creerse obligado a impresionar a otros. Conténgase si se ve a punto de presumir o ser mentiroso en cualquier sentido. Cuando presume usted, en su interior se pierde un poco de respeto por sí mismo, por no haber actuado con autenticidad.

INTEGRIDAD.

La integridad es nuestra capacidad de armonizar honestamente las palabras y los sentimientos con los pensamientos y los actos, con la única inspiración de hacer el bien a los demás, sin la menor malicia ni deseo de engañarlos, de aprovecharse de ellos, de manipularlos ni de controlarlos; revisando constantemente el propio empeño a medida que se lucha por la congruencia.

La integridad incluye la veracidad, pero va más allá de ella. La integridad es nuestra capacidad para comprometernos a mantener las promesas y los compromisos con nosotros mismos, de “hacer lo que decimos”, de respetarnos a nosotros mismos.

Vivir con integridad requiere un propósito, una misión, un claro sentido de la dirección y el valor, un ardiente “¡Sí!” interior que hace posible decir “¡No!” a otras cosas. También requiere voluntad, el poder de hacer algo aún cuando uno no quiera hacerlo, y depender de los valores y no del impulso o deseo del momento.

Cuando somos fieles a la luz que se nos ha dado, cuando mantenemos nuestra palabra de forma consecuente, cuando luchamos continuamente para armonizar nuestro sistema de hábitos con el sistema de valores, la nuestra es una vida íntegra. Nuestro honor supera a nuestros estados de ánimo, y podemos tener confianza en nosotros mismos porque conocemos cómo somos. Sabemos que nos mantendremos fieles y dignos de fe ante la tentación. La integridad es el fundamento de toda bondad y grandeza verdadera. La seguridad interna que emana de ella elimina la necesidad de vivir para impresionar, de arrastrar por los suelos el nombre de otra persona, de pedir fuerza prestada a los títulos, puestos, modas o símbolos de status. No necesitamos del cinismo ni del sarcasmo ni del humor incisivo. Nuestro sentido del humor se torna espontáneo, sano y proporcionado a la situación

Quienes marcan una diferencia significativa, o dejan una huella verdaderamente positiva en el mundo, combinan la humildad y la firme determinación de hacer lo correcto; responsabilidad en épocas de adversidad; y una gran disposición a darle crédito a los demás cuando hacen bien algo. En todo momento podemos optar por un modo diferente de vivir. Podemos optar por ser cada día más jóvenes de corazón y más sabios.

La integridad es también la base de unas relaciones significativas con los otros: la integridad personal genera confianza.

HONESTIDAD.

La sociedad nos incita a murmurar y a sonreír con falsedad. A echar indirectas y fingir. A mentir sin inmutarnos. A aparentar lealtad para luego traicionar.

Se honesto, honrado y totalmente íntegro. Nada es tan sagrado como la integridad de tu propio ser. Nunca te comprometas con la deshonestidad, con la duplicidad. Las murmuraciones y críticas terminarán por hacerle sentir mezquino e inconsecuente.

NO CEDAS NI HAGAS CONCESIONES FRENTE A LA IRRESPONSABILIDAD O LA DESHONESTIDAD.

No hagas concesiones respecto al comportamiento irresponsable de otra persona, excusándolo o simpatizando con él.

No está bien proteger a las personas de las consecuencias de sus propios comportamientos. Al hacerlo, les estamos enseñando que son deficientes y débiles. Cuando hacemos concesiones respecto al comportamiento irresponsable, excusándolo o simpatizando con él, condonamos y fomentamos una conducta errónea que sitúa al individuo por encima de la ley. Y si cedemos – si ignoramos a la gente o la criticamos constantemente – socavamos su motivación para tratar de avanzar. La disciplina del “no ceda ni haga concesiones” atemperada con amor, emana de una vida responsable y disciplinada. De otra forma seguiremos la línea de acción de la mínima resistencia, haciendo concesiones cuando la persona nos interesa, o cediendo cuando no nos interesa.

CUMPLIR TUS PROMESAS.

§ “El hombre superior es lento en palabras pero rápido en hechos”. Confucio.

§ “Los compromisos con nosotros mismos, con los demás y la integridad con la que los mantenemos son la fuente de nuestra paz interior". Stephen Covey.

Cumple tus promesas. Mantén tu palabra de forma consecuente. No hagas nunca una promesa que no estés decidido a cumplir o que no puedas cumplir. Cuando rompes una promesa, lesionas tu propia integridad, y debilitas la confianza que los otros depositan en ti. Cuando rompemos una promesa, también algo en nuestro interior se rompe: nuestra integridad.

Cada vez que hacemos y cumplimos una promesa, avanzamos en la construcción de nuestra integridad personal. Porque la integridad consiste en mantener las promesas, con uno mismo y con los demás. La capacidad de hacer y mantener promesas es la esencia de nuestra integridad y del crecimiento personal.

Al hacernos promesas a nosotros mismos y cumplirlas, incrementamos nuestra capacidad para hacer y cumplir promesas también a los demás; incrementamos nuestra fuerza interior, hasta que nuestra capacidad para actuar sea más poderosa que cualquier otra fuerza que actúe sobre nosotros.

Cumplir o incumplir nuestras promesas demuestra a las claras quiénes somos. Cuando honramos todas y cada una de nuestras promesas nos ganamos la confianza y la lealtad de los demás. Dar incluso un pequeño paso para convertir nuestras palabras en acciones nos encamina en la dirección correcta. No te preocupes si al principio nadie parece no darse cuenta. Cumple lo que prometiste. Hazlo, ante todo, porque eres responsable y serio. No te quedes en promesas. Demuestra tu firme determinación de hacer lo necesario para obtener los mejores resultados a largo plazo, por difícil que sea.

Si asumes un compromiso es para cumplirlo. Cuando cumplimos un compromiso, nuestra vida habla de la manera más contundente que existe: el ejemplo. La confianza que les inspiramos a los demás casi nunca depende de un resultado específico – que puede estar fuera de nuestro control – sin de la calidad del esfuerzo realizado, y de haber cumplido o incumplido nuestros compromisos.

Para construir la solidez necesaria para resistir en los momentos difíciles, en los tiempos de prueba, llevemos a cabo estos principios básicos:
· Hagamos promesas, tomemos resoluciones y asumamos compromisos significativos de hacer las cosas mejor y de ser nosotros mismos mejores.
· Seamos muy selectivos en cuanto a las promesas que hacemos.
· Consideremos nuestras promesas como una muestra de nuestra integridad y de nuestra fe en nosotros mismos.
· Recordemos que nuestra integridad personal o autocontrol es la base de nuestro éxito con los demás.

He aquí una práctica simple que puede impulsarte a avanzar en tu búsqueda, a largo plazo, de la excelencia, y en tu lucha por la verdadera madurez (valentía equilibrada con consideración) y por la integridad.

Si alguien hace una promesa pero no la cumple, existe el peligro de que su carácter sufra un colapso importante. Su honor e integridad están en peligro. Su autoestima tiende a disminuir, acaba forjando un retrato diferente de sí mismo y adapta su comportamiento a él. Pero si nos enfrentamos adecuadamente a todo nuevo desafío y lo superamos, gestaremos en nuestro interior un nuevo tipo de libertad, poder y capacidad de elevarnos a alturas que ni siquiera habíamos soñado.

Pon en práctica lo que recomiendes y prediques.

Medita sobre la situación en la que te encuentras y evalúa tus posibilidades reales; hazte una promesa y luego, sin importar lo que sea, cúmplela. Poco a poco aumentará la fe en ti mismo.

Cuando se trata de hacer promesas a los demás, debes ser muy cuidadoso, tratando de ser conciente de todas la variables y contingencias posibles, de modo que modo que no surja algo que te impida cumplirlas. Probablemente no hay nada que debilite más una relación que hacer una promesa importante y después no cumplirla. La próxima vez que volvamos a hacer una promesa, no nos creerán. Por ello, no hagas nunca una promesa que no puedas mantener.

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