miércoles, 8 de agosto de 2007

17. FORTALEZA. GRANDEZA. CORAJE. VALENTIA. ENFRENTAR LAS ADVERSIDADES. ESCALAR NUESTRA MONTAÑA.

FORTALEZA. GRANDEZA. CORAJE. VALENTIA. ENFRENTAR LAS ADVERSIDADES. ESCALAR NUESTRA MONTAÑA.

FORTALEZA. GRANDEZA

§ “Los grandes hombres afrontan la calamidad con grandeza”. Esquilo, poeta griego.

§ “Sin tribulaciones ni dificultades no se hacen los hombres”. Proverbio chino.

En los momentos de desesperación solemos responder con estados de angustia, ira, negación o pesar. Sin embargo, puede haber otra forma de responder ante el sufrimiento, y siempre hay algo que aprender de él. No se trata de fingir que te gusta la tragedia, lo importante es que te comprometas a utilizarla para generar energía y ascender a un nivel más alto en tu vida.

En medio de la adversidad, proponte ser fuente de inspiración y ánimo para los demás. Nada deja en otra persona una impresión mayor, más duradera, que el testimonio de alguien que ha trascendido el sufrimiento y las circunstancias adversas, y está encarnando y expresando un valor y una fortaleza que inspira, ennoblece y eleva la vida.

Víctor Frankl, autor de "El Hombre en busca de sentido", dice que uno de los valores fundamentales en la vida es nuestra respuesta a circunstancias difíciles, como por ejemplo una enfermedad terminal. Es decir que es de vital importancia el modo en que respondemos a lo que experimentamos en la vida.

Lo que nos hiere o daña no es lo que nos sucede o lo que los otros nos hacen; es nuestra propia respuesta lo que nos daña. Nuestro carácter, nuestra identidad básica, en modo alguno tienen que quedar heridas frente a circunstancias como un revés económico o una enfermedad. Las experiencias más difíciles pueden llegar a ser los crisoles donde se moldea nuestro carácter y se desarrollan las fuerzas internas para afrontar circunstancias difíciles en el futuro, y para inspirar a otros la misma conducta.

Sé fuerte en los momentos difíciles. Responde con valor cuando te golpee el infortunio. No desfallezcas; por el contrario, debes hacer tu mayor esfuerzo por crecerte ante las dificultades. El hombre puede llegar a ser capaz de sobreponerse a adversidades increíbles. Es en esas circunstancias cuando se moldea el carácter, se construye la fortaleza interior y el temple emocional.

CORAJE.

§ “La adversidad exige coraje en el alma para soportar con valentía lo que el cielo envíe”. Eurípides.

§ “Observa a una persona en un momento de duda o peligro, y aprenderás en esa hora de adversidad quién es realmente. Es entonces cuando la máscara cae y la realidad queda”. Lucrecio (filósofo romano).

Día a día en nuestra vida enfrentamos dificultades e incertidumbres, nos cruzamos con tropiezos en cada recodo del camino. Pareciera que las dificultades no terminan jamás. Sin embargo, tenemos la capacidad y la responsabilidad de aprender y crecer con cada obstáculo y cada problema que la vida pone en nuestro camino. Ellos son un regalo muy especial porque nos retan a ir al fondo de las cosas, a mirar más lejos, a buscar con más empeño, a descubrir nuevas maneras de que cada instante cuente. Debemos extraer lecciones de cada caída y cada error; hacer que los reveses y fracasos estimulen nuestra creatividad y sabiduría, y enriquezcan nuestra vida como ninguna experiencia exitosa lo puede hacer.

Los desafíos inesperados – los acontecimientos que instintivamente procuramos evitar – son oportunidades inapreciables para vivir nuestros valores y poner a prueba los límites de nuestro ingenio. Además, revelan quiénes somos y nos permiten vislumbrar lo que aún podemos llegar a ser.

No te des por vencido ni pierdas el valor. A pesar de lo adversas que sean las circunstancias, controla tu actitud y tus pensamientos. Mantén tus metas claras y comprométete contigo mismo a salir de tus experiencias amargas.

VALENTIA.

El valor nos viene de tener clara nuestra visión, de nuestra capacidad de fijarnos y alcanzar metas significativas, de la perspectiva que nos permite trascender la urgencia del momento, el carácter para actuar con integridad en el momento de elegir. El valor procede del corazón, y estar en contacto con el corazón engendra esperanza.

Donde quiera que estemos, la mejor manera de desarrollar la valentía consiste en fijarnos una meta y alcanzarla, en hacer una promesa y cumplirla. Por insignificante que sean la meta o la promesa, proceder así nos llevará a confiar en que seremos capaces de actuar con integridad en el momento de elegir. Cuando comenzamos a formular promesas – dirigidas a nosotros mismos y a los demás – damos el primer paso en una senda que lleva a la confianza, la maduración y la paz.

Hace falta mucha valentía: para elegir basado en principios de dignidad humana y respeto; para mostrarse sincero consigo mismo, para examinar los motivos más profundos y liberarse de las excusas y racionalizaciones que nos impiden ser leales a la mejor faceta de nuestra personalidad. Hace falta valentía para elegir una vida centrada en principios, a sabiendas de que nuestras elecciones tal vez no sean populares o comprensibles para los demás. Hace falta valentía para admitir que somos más importantes que nuestros estados de ánimo, y que somos capaces de controlarlos.

ENFRENTAR LAS ADVERSIDADES.

§ “La vida se expande o se encoge de manera proporcional a nuestro coraje”. Anais Nin

§ “Debemos entender que no hay vida sin riesgo y que, cuando el espíritu es fuerte, todo lo demás es secundario, incluso los peligros”. Elie Wiesel, sobreviviente del Holocausto, ganador del Premio Nobel

§ “El mundo nos golpea a todos, sin excepción, pero muchos salen fortalecidos después de cada golpe”. Ernest Hemingway - Adiós a las armas.

La única forma de salir de muchas circunstancias difíciles es afrontándolas. Por ejemplo, cuando sufrimos una pérdida, debemos aprender a aceptarla para poder avanzar. Cuando cometemos un error, aprendemos que buscar excusas o culpar a los demás no sirve de nada. Darle la espalda a los problemas impide que aprendamos y descubramos nuevas formas de construir un futuro mejor para nosotros y para los demás.

Una buena manera de recuperar la perspectiva en momentos de adversidad es recordar a alguien que, a pesar de haberlo perdido todo - la libertad, las facultades físicas o mentales, la salud, los recursos o las oportunidades –, le encontró sentido a la vida.

Cada momento decisivo de nuestra vida nos pone a prueba.¿Recurrimos a nuestro espíritu para hacer acopio de reservas internas?. ¿Somos capaces de afrontar el cambio, la pérdida y el dolor sin eludirlos ni derrumbarnos?.

En todos los viajes hay trechos difíciles; lugares donde el camino repentinamente se vuelve empinado y uno quisiera devolverse. Pero debemos tener siempre presente que aunque aspiremos al bienestar y la rutina, el crecimiento del alma se produce fundamentalmente en medio de la adversidad. Un antiguo dicho tibetano lo expresa así: “Ante mí asciende el camino; el camino que estoy destinado a tomar”.

Los mejores escaladores toman cada ascenso y cada resbalón como una nueva oportunidad de aprender. Hacen frente a cada punto crítico del ascenso con una mezcla de emoción y fortaleza. Saben que convertir la adversidad en aliada y superar la resistencia innata es decisivo para avanzar. Toman cada caída como un paso adelante en la vida, y no como un paso atrás. Esto se debe a que cada vez que aprendemos algo nuevo de una caída, aumenta nuestra capacidad de escalar rutas diferentes y más tortuosas el día siguiente.

Cada vez que nos encontramos frente a frente con un riesgo, un temor o una incertidumbre, tenemos la oportunidad de aprender y sacar a relucir capacidades insospechadas. Al igual que los momentos de reflexión y la rutina cotidiana, esas experiencias determinan nuestra biografía.

De una u otra manera, el infortunio se presenta en la vida de todos los seres humanos sin ser invitado. Lo que hacemos con él marca la diferencia.

De vez en cuando, la vida nos propina golpes que nos derriban. Cuán rápido nos volvemos a levantar, cuán lejos dirigimos la mirada y qué aprendemos durante las épocas de infortunio, son factores que revelan si han aflorado o no algunas de nuestras capacidades inexplotadas.

De una u otra forma, todos tenemos la oportunidad de convertir la adversidad en aliada y salir fortalecidos. En lugar de amilanarnos ante las situaciones difíciles, podemos aprender a encararlas y sacar a relucir reservas ocultas de compromiso y fortaleza interior. Así podremos decir un día: “Esa fue la experiencia que puso de manifiesto lo mejor que hay en mí”.

Al enfrentar una situación límite, lo que puede marcar la diferencia entre abatirse o mantenerse firme hasta el final, es lo que haya dentro de nosotros, nuestra fuerza interior, la capacidad que hayamos desarrollado para asumir riesgos. Aquellos que en medio de la mayor adversidad, marcan una diferencia, es porque muy dentro de sí mismos, han tomado la decisión de mirar sólo hacia delante y hacia la cumbre.

La prueba más difícil para el desarrollo de su fortaleza interior tendrá que afrontarla ante la adversidad, no cuando las cosas vayan sobre ruedas. No se deje dominar por una actitud de renuncia o abandono cuando las cosas no marchan como a usted le gustaría.

ESCALAR NUESTRA MONTAÑA.

Cuando la vida nos pone enfrente una montaña, no esperemos a que la providencia o alguien venga y la mueva por nosotros. Nosotros tenemos que buscar la manera de escalarla. Si esperamos a que la montaña se mueva, estamos perdidos.

En algunas ocasiones conviene poner a prueba nuestro límites, es decir, las fronteras de nuestra habilidad y confianza. Dar pequeños pasos, uno tras otro, con el tiempo nos llevará lejos. Sin embargo, hay momentos en que debemos “dar un salto e ir más allá”, como dijo Nietzche.

Algunas consideraciones para desarrollar en la vida esta actitud:

Propóngase cambiar. Transformar su rutina. Acabar con algunos viejos hábitos. Tomar la determinación de mirar hacia delante y hacia arriba. Pasamos la mayor parte de nuestra vida repitiendo viejos hábitos y reacciones. Hemos repetido tantos cientos de veces algunas partes de nuestra rutina diaria que ya están completamente arraigadas. Terminamos fosilizándonos. El reto es tomar conciencia para que la próxima vez que sintamos la tentación de caer en una viaja reacción, nos detengamos y cambiemos deliberadamente de patrón. Para que pensemos de una forma distinta. Para que nos interesemos más en el resto de la humanidad. Para que crezcamos, aprendamos y probemos cosas novedosas.

Vaya más allá de los hábitos, pasatiempos y esperanzas del pasado. Elija algo que esté haciendo actualmente, algo que le interesa o en lo que sueña, y pregúntese: ¿Qué otra cosa, por insignificante que sea, podría hacer AHORA para ampliar mi perspectiva o mis habilidades para disfrutar este hábito, esta actividad, esta esperanza?. Luego, HÁGALO.

Niéguese a los puntos medios. O asumimos riesgos o no los asumimos. O cambiamos o no cambiamos. Los términos medios no son aceptables. Para que un cambio sea duradero, se debe afrontar resueltamente. Este tipo de cambios sólo se da cuando nos atrevemos a dar el salto. Y salto puede ser grande o pequeño. Cuando decidimos actuar, vemos todo de una manera diferente. Y para muchas personas no hay vuelta atrás.

No busque ni acuda a las salidas fáciles. Asumir un nuevo riesgo de una manera superficial, sin comprometernos ni asumir la responsabilidad, es como introducir en una piscina únicamente los dedos de los pies y llamar a eso nadar. Cuando ponga a prueba sus límites, siga adelante, pero bótese al agua. Cuando las salidas fáciles siguen siendo una opción, es muy difícil aprender. Por lo tanto, abandónelas.

Dejar un legado, ser una luz, un guía: El ejemplo que damos a los que nos rodean influye constantemente su actitud y en el valor con el que encaran la vida. Esta es una enorme responsabilidad de la que debemos tomar conciencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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