miércoles, 8 de agosto de 2007

8. APLACAR LA IRA. BENEVOLENCIA. NO VIOLENCIA. PAZ INTERIOR

APLACAR LA IRA. BENEVOLENCIA. NO VIOLENCIA. PAZ INTERIOR

APLACAR LA IRA.

§ "Quien domina a su cólera, domina a su peor enemigo". Confucio.

§ “Quien reprime la ira por una hora, evita cien años de congoja”. Proverbio chino.

Cuando sientes algo y tienes el sentido común o el valor para expresar ese sentimiento a tus seres queridos, la rabia y la furia desaparecen casi como por arte de magia. Cuando estés furioso, no cultives la tendencia a permanecer en silencio o a darle vueltas al asunto en tu mente una y otra vez. Así la ira persistirá. Sin embargo, cuando al final acaba saliendo y podemos comunicarnos, expresando nuestros auténticos sentimientos, por muy absurdos que le puedan parecer a la otra persona, de forma mágica y casi instantánea la furia desaparece.

La tendencia a guardar la ira adentro, a no manifestarla, nos lleva a crear un árbol venenoso, que sigue creciendo hasta dar fruto. Sin lugar a dudas el fruto es un veneno que acabará destruyendo a quienes han sido catalogados como enemigos.

Cada vez que notas que la chispa prende en tu interior y que tu ira empieza a crecer, te estás metiendo en un laberinto. La única salida posible es frenar ese sentimiento y hacer que esa persona sea tu amiga en vez de tu enemiga. Dile a esa persona: "¡Creo que en estos momentos estás intentando manipularme y preferiría que dejaras de hacerlo!". Este tipo de afirmación, sincera y sensata, aplacará tu ira e inhibirá el crecimiento de un árbol venenoso, que al final acabará destruyéndote a ti o a quienquiera que se convierta en tu enemigo.

Del mismo modo en las relaciones familiares, cuando sientes algo que se parezca a la ira, ármate de valor para decir lo que sientes sin insultar ni gritar. He observado que, con mis hijos, cuando guardo silencio la ira no desaparece. De hecho empeora porque nos hemos convertido en enemigos y ambos estamos cultivando nuestro propio árbol venenoso en nuestro interior. Cuando nos sentamos y les explico cómo me siento y porqué estoy decepcionado, esto generalmente conduce a una discusión abierta en la que ambos podemos expresarnos y que termina con un abrazo y un "yo también te quiero".

Para eliminar la posibilidad de nutrir y crear un árbol venenoso empieza por seguir las siguientes sugerencias:

§ Cuando te encuentres en medio de un silencio excluyente, rómpelo con una sencilla frase. Puedes decir algo como: "¿Qué te parece si ambos hablamos de cómo nos sentimos sin emitir ningún juicio?"

§ Utiliza tu frase inicial para manifestar cómo te sientes, empezando con afirmaciones con "siento que ...". Enfatiza que en ese momento lo que más necesitas es una respuesta cariñosa. Aquí no estamos tratando el problema en sí, sino el hecho de comunicar nuestros sentimientos. Escucha con afecto lo que siente la otra persona, sin ponerte a la defensiva. Deja que hablen los sentimientos.

§ Por más enfadado que te puedas sentir, o por más violento que te resulte, abre las vías de la comunicación. Comprobarás que la comunicación, en vez de oprimirte, hará que tu ira se aplaque casi inmediatamente.

§ No te vayas nunca a la cama sintiendo ira. Esto intensificará el crecimiento del árbol venenoso. Antes de ir a la cama expresa tus sentimientos y haz un esfuerzo por mostrar algún signo de afecto, incluso aunque eso signifique tener que ceder y someter a tu ego.

Cuanto mayor sea tu capacidad para crear una atmósfera de sinceridad, especialmente en los temas de desacuerdo, menos probable es que éstos se vuelvan desagradables. En los momentos en que éstos resultan enojosos, crece el brote que acaba convirtiéndose en un árbol venenoso.

En nuestras reacciones hacia nuestros semejantes, observamos diariamente un gran nivel de violencia, de agresividad, de falta de humanidad. Llevamos rabia y furia en nuestros corazones. Miremos en nuestro interior; no permitamos que nuestro yo inferior, primitivo y violento, triunfe sobre nuestro yo superior.

Niégate a participar en cualquier actividad en la que trivializar la violencia y la muerte se considere una diversión. Hemos de buscar en nuestro corazón para sofocar la atracción que siente nuestro yo inferior hacia la violencia y encontrar fascinación en la bondad y el amor.

Sé conciente que cuándo tienes impulsos violentos e intenta inclinar tus tendencias hacia el lado de la bondad. Al reconocer la rabia cuando ésta aparece, permitirás que tu yo superior empiece a domar las tendencias básicas de tu yo inferior.

Cuando sientas algo que se parezca a la ira, ármate de valor para decir lo que sientes sin insultar ni gritar; verás que la rabia y la furia desaparecen casi de forma instantánea. No cultives la tendencia a permanecer en silencio o a darle vueltas al asunto en tu mente una y otra vez. Así la ira persistirá.

Por más enfadado que te sientas, abstente de insultar o gritar. Abre las vías de la comunicación. En ese momento lo que más se necesita es que cada uno manifieste cómo se siente y que comunique sus sentimientos. La mejor forma de desactivar un posible conflicto es una actitud y un respuesta cariñosa. Por tu parte, escucha con afecto lo que siente la otra persona, sin ponerte a la defensiva. Deja que hablen los sentimientos.

Elige estar en paz y no ser violento. Aparta de tu mente cualquier los pensamientos de venganza, ira u odio, y sustitúyelo por el del perdón.



BENEVOLENCIA.

"Todo lo que hemos de hacer es ser un poco más amables los unos con los otros".

Esta fue la respuesta de Aldous Huxley cuando en su lecho de muerte le pidieron un consejo para la humanidad, tras toda una vida dedicada al estudio y la investigación sobre el espíritu humano.

NO VIOLENCIA. PAZ INTERIOR

Cuando eliges la no violencia, eres tú quien cosecha sus primeros frutos. Cuando los demás intentan seducirte con conflictos de cualquier tipo, tú sencillamente "pasas". Tu objetivo inicial no ha de ser cambiar a nadie, sino llegar a ser conscientemente un instrumento de la gracia y de la indulgencia. Cuanta más paz halles en tu interior, menos te afectará la enemistad y el desprecio de los demás.

Si podemos comprometernos a que haya paz en nuestro corazón, tendremos más valor y más fuerza que nunca. Cuando los que nos rodean intentan atraernos a sus batallas, nuestro compromiso de paz interior nos permite entablar un diálogo distinto con nosotros mismos. Nuestra afirmación es: "Elegiré la paz en lugar de la guerra. Estaré en paz y no seré violento, sea cual sea la ofensa que me hagan". Tras una seria de diálogos semejantes, acabaremos reaccionando pacíficamente.

En nuestra relación con la familia o con otros adultos, hagamos que vean ante todo un corazón y un alma que está en paz. Siempre tenemos la opción de elegir entre la malevolencia o la benevolencia.

Cuando sientas el impulso de reaccionar ante algún tipo de violencia con la misma moneda, haz el voto de ser un instrumento de paz, tal como nuestros maestros espirituales nos animaron a hacer.

Trabaja cada día para atraer más paz a tu vida. Dedica un tiempo a meditar, leer poesía, dar paseos en solitario, jugar con tus hijos o hacer cualquier cosa que despierte tu amor y te haga sentir amado.

Haz un esfuerzo conciente para eliminar la influencia de la violencia en tu vida, como, por ejemplo, en las noticias de la televisión y las películas, que te bombardean continuamente con imágenes y mensajes que no cultivan la paz en tu interior.

1 comentario:

Javier Escalante dijo...

Hola Carlos. Gracias por la recomendación sobre el libro y por el comentario sobre el blog. Voy a buscarlo y a consultar el sitio que me recomiendas. Un saludo,