miércoles, 8 de agosto de 2007

36. PEDIR PERDON. PERDONAR.

PEDIR PERDON. PERDONAR.

PEDIR PERDON.

§ “Si vas a hacer una reverencia, que tu inclinación sea pronunciada” (proverbio oriental).

Una cosa es cometer un error, y otra muy distinta no admitirlo. La gente perdona los errores, pero no la mala intención, los malos motivos, la justificación que por orgullo pretende encubrir el error.

Admite tus errores, discúlpate y pide perdón, sin excusas, explicaciones ni defensas. Lucha por dominar tu ego y siempre que hayas ofendido a otro exprésale un auténtico "lo siento" o "perdóname".

Si te disculpas, no lo hagas superficialmente. Se necesita mucha fuerza de carácter para disculparse cuando debemos hacerlo, con rapidez, de todo corazón y no de mala gana. Aprende a disculparte, y a decir sinceramente: “Me equivoqué”. “No fue amable de mi parte”. “Fui irrespetuoso”. “Lo lamento profundamente”. “Te avergoncé frente a tus amigos, sin ningún derecho. No debí hacerlo, ni siquiera para demostrar que yo tenía razón; discúlpame”.

Cuando somos parte activa de una relación gravemente lesionada, tenemos que admitir que, al menos, parcialmente tenemos la culpa. Por ello, discúlpate inmediatamente con los demás, cuando te hayas equivocado.

PERDONAR.

§ “Nunca dejes que muera el sol sin que hayan muerto tus rencores”. Mahatma Gandhi.

§ “Quien busca venganza debe cavar dos tumbas”. Aforismo español.

§ "La clemencia es una doble bendición: bendice a quien la otorga y a quien la recibe" William Shakespeare. El mercader de Venecia.

§ “Equivocarse es humano y perdonar es divino”. Alexander Pope (Poeta inglés)
§ “Nada se olvida más despacio que una ofensa; y nada, más rápido que un favor”. Martín Luther King. (Predicador norteamericano)

La virtud de perdonar es uno de los atributos más espléndidos que tenemos. “Te perdono porque yo tampoco no soy perfecto. Exigiré que lo seas el día que yo lo sea”.

La próxima vez que te irrites y enfades de verdad, piénsalo: suele ser por un motivo tonto.

Perdonar a quienes nos han perjudicado no implica ser su víctima. Es una forma de decir: "Te perdono, pero aún así no me gusta y no toleraré ser tratado de este modo ni dejaré que puedas hacerlo impunemente". La diferencia está en no necesitar una venganza o probar tu superioridad.

Una vez hayas manifestado cómo te sientes y se haya hecho justicia, olvídalo, ¡en ese mismo momento!. No almacenes los reproches y los recuerdos constantemente para hacer sentir culpables a los demás y sentirte tú también alterado. Perdona y olvida compasivamente las ofensas que te infieran. No guardes rencor.

Si te ofenden, toma la iniciativa de aclarar las cosas. Dales una segunda oportunidad a los demás.

Si alguien te ofende sin querer y sigue haciéndolo, toma la iniciativa para aclarar la situación. Cuando tomes la iniciativa, hazlo con buen ánimo, no con un espíritu vengativo y colérico. No llegues al otro en actitud de juzgarlo o etiquetarlo. Opta mejor por describirle tus sentimientos, cuándo y cómo tuvo lugar la ofensa. De esta forma la otra persona podrá responder y aprender sin sentirse amenazada.

Esfuérzate en perdonar con facilidad, olvidar las ofensas y no guardar rencor.

La libertad que nos confiere un sencillo acto de perdón nos ahorra el esfuerzo de la ira y el alto precio que se cobra por el odio. El perdón puede darte paz mental. Piensa en aquellas cosas que te hayan hecho y que te hagan albergar hostilidad. Cada herida es como ser mordido por una serpiente. Rara vez mueres por la herida, pero el veneno continúa fluyendo por tu organismo. El veneno es la amargura y el odio al que te aferras mucho después de haber sido herido, y que acabará destruyendo tu paz mental.

El antídoto es el perdón, que no es tan difícil de practicar como crees. Si crees que el perdón es un reto y una acción conflictiva que te costará años asimilar, te comunico que es justamente lo contrario. El perdón es gozoso, fácil y, ante todo, tremendamente liberador. Nos alivia de las cargas del resentimiento y de los sufrimientos del pasado; no es más que un sinónimo del desapego.

Cuando aprendemos a perdonar, nos elevamos por encima de quienes nos han ofendido o agraviado y nuestro acto de perdón pone fin a la desavenencia.

Recuerda a todas las personas que alguna vez te hayan herido de alguna forma, por mucho daño que te hayan hecho o por reciente que sea, y toma la decisión de perdonar. El perdón es un acto del corazón. Hazlo por tu propio bien. Es el único antídoto para el veneno que has dejado que circule dentro de ti.

Perdonar es reconocer que las heridas profundas no se cerrarán hasta que perdones. De modo que decídete a dar el paso e inmediatamente te sentirás más liberado que nunca.

No hay comentarios: