miércoles, 8 de agosto de 2007

20. ELEGIR. PROACTIVIDAD. PERSONAS PROACTIVAS. PERSONAS REACTIVAS. TOMAR LA INICIATIVA. ACCION CONTRA INACCIÓN. RESPONSABILIDAD.

ELEGIR. PROACTIVIDAD. PERSONAS PROACTIVAS. PERSONAS REACTIVAS. TOMAR LA INICIATIVA. ACCION CONTRA INACCIÓN. RESPONSABILIDAD. COMPROMETERSE Y MANTENER COMPROMISOS

ELEGIR.

§ “A un hombre se le puede quitar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud ante una determinada serie de circunstancias, la elección del propio comportamiento”. Victor Frankl.

§ “Una vida sobresaliente es el fruto de una serie de pequeñas decisiones que se toman todos los días”. Robert Cooper.

§ “A veces, cuando considero las tremendas consecuencias de las pequeñas cosas ... me siento tentado a pensar ... que no hay cosas pequeñas”. Brue Barton.

§ “Libra la batalla de ser siempre fiel a tu proyecto, en la seguridad de que será una de las más importantes batallas que hayas de librar y la única que realmente merece la pena de entablar”. E.E. Cummings.

Tienes la capacidad de elegir. Nuestro poder para lograr el progreso y la felicidad reside en nuestra libertad para elegir una respuesta. Puedes escoger tu respuesta a las situaciones. Podemos elegir, pues tenemos alternativas.

Uno puede elegir cómo desea vivir su vida. Puedes elegir ser más paciente, sensato, cariñoso, diligente, creativo, cooperativo. Puedes escoger ser feliz, sonreír y mantener el sentido del humor. Puedes elegir, sí así lo deseas, la alegría, la creatividad, la libertad y la sorpresa; o bien puedes optar por la apatía y el aburrimiento, o por encontrar angustia o desesperación dondequiera que alces la mirada. Es cosa tuya. Depende de ti elegir cómo deseas vivir tu vida. ¡Y se puede escoger ahora!

Tú gobiernas tu destino, y puedes llegar a ser tal y como deseas.

Las elecciones que hacemos en el espacio que separa el estímulo de la respuesta son elecciones vitales. Por ello, antes de reaccionar, detente, y prepara tu mente y tu corazón. Opta por actuar con lo mejor de ti mismo. Elige una respuesta basada en valores y no en las emociones del momento.

No hay nada fuera de ti a lo que puedas culpar de tus anhelos o de tus adicciones. Puedes elegir cosas que son más poderosas que tus deseos.

Algunas de nuestras elecciones, en las que a menudo ni siquiera reparamos, marcan momentos decisivos en nuestra vida. Momentos en los que dar prioridad a los más importante resulta esencial. Pero cuando escuchamos la voz de nuestra conciencia y subordinamos lo “bueno” a lo “mejor”, comprobamos más adelante un impacto en la calidad de vida.

Las pequeñas elecciones que hacemos en nuestra vida diaria nos llevan irresistiblemente a nuestro destino. Cuando cotidianamente elegimos hacer algo, por insignificante que parezca, debemos tener presente que no hay elección que no tenga un efecto, pues todo lo que haga expresará nuestro carácter y generará nuestra eficacia o ineficacia, nuestra autenticidad o nuestra falta de autenticidad.

Todas nuestras decisiones son importantes. Algunas pueden parecer intrascendentes en el momento de adoptarlas, pero lo cierto es que van sumando hasta convertirse en hábitos del corazón que nos impulsan hacia un determinado destino. El principio consiste, pues, en avanzar regular y gradualmente, por medio del ejercicio cotidiano del temple emocional, en la acumulación de reservas de vigor anímico a las cuales recurrir en momentos de tensión.

Lo prodigioso del ser humano es que, independientemente de cómo sea, tiene fuerza para crecer y desarrollarse. Podemos modificar nuestra programación interna, pero debes tomar la decisión de hacerlo. Debes decirte a ti mismo: “Voy a empezar a sentir las cosas, a conocer a la gente, a contemplar el cielo, a olfatear el aire. Voy a llegar a conocer los sentimientos de los demás, saludar a mi vecino, tener plena conciencia de mí mismo, de mis cambios y de mi ser.

Acepta y asume la responsabilidad de elegir y definir tu propia vida, de seleccionar y escoger alternativas. Si lo que eliges no sale como tú deseas, no culpes a nadie; culpa a tú elección, y prueba otra alternativa. Sólo tú puedes responsabilizarte por no ser.

Es cierto que hay fuerzas exógenas y circunstancias externas; pero lo que cuenta de verdad es el modo en que uno responde personalmente a ellas.

Usted puede decidir si va a sentirse lastimado, perjudicado, deprimido, furioso, preocupado, temeroso o culpable respecto a algo o alguien en este mundo.

PROACTIVIDAD.

Proactividad significa que como ser humano, somos responsables de nuestras propias vidas. Nuestra conducta es una función de nuestras decisiones, no de nuestros condicionamientos o de la situación en las que nos encontremos. Podemos subordinar los sentimientos a los valores. Tenemos la capacidad de iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.

Somos respons-able, es decir, tenemos la habilidad para elegir nuestra respuesta, subordinando los impulsos y emociones a nuestros valores. De esa forma incorporamos en nuestro carácter la esencia de una persona proactiva.

PERSONAS PROACTIVAS.

La persona proactiva centra sus esfuerzos en las cosas con respecto a las cuales puede hacer algo. Está concentrado en el ser, en el carácter. Este es un enfoque proactivo, que busca el cambio de adentro hacia fuera: ser distinto, y de esta manera provocar un cambio positivo en los que está allí fuera.

Ser proactivo es adoptar opciones continuamente, basándose en principios a los cuales se está firmemente sujeto. La capacidad de subordinar los impulsos a los valores es la esencia de la persona proactiva.

La persona proactiva es aquella cuya conducta es el fruto de su propia decisión consciente, que se basa en valores y principios, y no en las emociones y los sentimientos del momento.

Cuando dejamos de ser proactivos, elegimos (por decisión conciente o por omisión) otorgar a las situaciones, las circunstancias externas, el ambiente o a las otras personas, el poder de controlarnos.

La persona proactiva se esfuerza por mejorar las situaciones en que se encuentra, y actúa para no dejar pasar las oportunidades.

Hay muchos otros modos de ser proactivos: ser un mejor oyente, un esposo más afectuoso, un profesional más dedicado, un compañero más cooperativo. A veces lo más proactivo a nuestro alcance es ser feliz, sonreír auténticamente. La felicidad es una elección proactiva.

Antes de reaccionar, detente y contrólate. Prepara tu mente y tu corazón. Elige tu estado de ánimo. Escoge proactivamente tu respuesta. Pregúntate: “¿Cómo puedo responder mejor a esta situación”. Opta por actuar con lo mejor de ti mismo, y esa opción neutralizará tu ambivalencia y renovará tu determinación.

Si no sincronizamos nuestros hábitos y nuestros valores, fracasaremos. El comportamiento activo, positivo, refuerza nuestras buenas intenciones y resoluciones. Las acciones – el quehacer concreto – pueden modificar todas las fibras de nuestra naturaleza. La acción cambia nuestra visión de nosotros mismos. Nuestro comportamiento personal es en gran medida resultado de este combustible que se crea a sí mismo.

PERSONAS REACTIVAS.

Las personas reactivas sitúan su foco en los defectos de otras personas, en los problemas "externos" o del medio, y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. Culpa a fuerzas externas –a otras personas, a las circunstancias, incluso a los astros- de su propia situación. De ello resultan sentimientos de culpa y acusaciones, un lenguaje reactivo y sentimientos intensificados de aguda impotencia. La energía negativa generada por ese foco, combinada por la desatención de las áreas en las que se puede hacer algo, determina que su Circulo de Influencia se encoja.

Las personas reactivas se ven afectadas o impulsadas por el “clima social”, los sentimientos, las circunstancias, las condiciones, el ambiente. Si se les trata bien, se sienten bien; cuando no las tratan bien, se vuelven defensivas o auto protectoras.

La persona reactiva construye su vida emocional en torno a la conducta de otros, permitiendo ser controlado por los defectos de las otras personas o por el trato que le dispensan.

TOMAR LA INICIATIVA.

El ser proactivo significa también tomar la iniciativa, reconociendo nuestra responsabilidad de que las cosas sucedan, de que las circunstancias se creen o cambien. Somos proactivos cuando buscamos soluciones a los problemas, antes que convertirnos nosotros mismos en un problema; cuando tomamos la iniciativa de hacer lo que resulte necesario y congruente con principios correctos, y realizar la tarea que nos corresponda o que debamos hacer, en atención al cumplimiento de tales principios; cuando elegimos ser una parte de la solución, no una parte del problema.

Toma la iniciativa de hacer lo que resulte necesario y congruente con principios correctos. Nadie distinto a ti va a hacer lo que te corresponde hacer, o a aportar lo que te corresponde aportar. Si puedes hacer algo, hazlo. No esperes a que sean los demás los que tomen tal iniciativa o asuman esa responsabilidad.

ACCION CONTRA INACCIÓN.

§ "Oigo y olvido; veo y recuerdo; hago y comprendo". Antiguo aforismo

§ “El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen”. Johann Wolfgang von Goethe. (Poeta y dramaturgo alemán)

§ “Las oportunidades son como los amaneceres: si uno espera demasiado, se los pierde”. William Arthur Ward

Comienza a actuar, porque las intenciones no bastan si no van acompañadas de acciones. Hablar de algo es sólo el principio. Concienciarse es sólo una solución a medias; la otra mitad es ponerse en movimiento y obrar.

Para aprender algo has de practicarlo. Esta misma lógica concisa se puede aplicar a la interminable retahíla de palabras que empleas cómo único medio de comunicación.

La conducta es la forma más eficaz de comunicarnos con los demás. Cuando te descubras enzarzado en fútiles juegos de palabras que nunca pasan de la superficie, detente y pregúntate: "¿Qué puedo hacer aquí?", en lugar de seguir constatando algo. Si alguien utiliza un lenguaje poco respetuoso, házselo saber con palabras, pero si la falta de respeto continúa, cambia a la fase de la acción o al punto de encuentro. Apártate de allí inmediatamente. Si estás tratando con un adulto, haz todo lo posible por transmitirle tu enfado. Aléjate al menos durante una semana. Si estás tratando con un alcohólico, no te conviertas en su cómplice empleando palabras como único medio de comunicación. Exígele a esa persona que busque ayuda o de lo contrario dejarás de formar parte de su vida. Con los niños, quítales los privilegios y mantente firme cuando hayan infringido las reglas básicas de la decencia y la armonía.

La gente de acción, las personas que cambian las cosas en la vida, las que más admiramos, parecen conocer la verdad que encierra este dicho: "Lo que haces habla tan alto que no me deja oír lo que dices". Sé un hacedor. En el proceso harás más para enseñar a los demás y para llevar más plenitud a tu vida que todas las palabras que puedas encontrar en el diccionario.

Siempre has de hablar las cosas, pero al final has de coger la escoba y limpiar la casa de otro si realmente quieres ayudar. Las palabras, aunque importantes, corren el riesgo de ser olvidadas si no van acompañadas de la acción.

Abandone la postura de inactividad en circunstancias que tradicionalmente le han inmovilizado a uno. El quid del asunto se llama acción. Hacer. Superar la inercia y actuar la proporcionará a uno toda una nueva opción en el proyecto de ser creadoramente vivaz.

La gente orientada hacia la acción consigue a la larga que se reparen las injusticias, mientras que la persona inactiva, el observador pasivo, se lamentará ante todos y se llevará las manos a la cabeza, lleno de consternación. Otra frase que ha de evitarse a toda costa es: "Así son las cosas, y nada más", porque con esa actitud usted invalidará o dejará de reconocer cualquier posibilidad de cambiar las cosas. Cambiando esa actitud, se encontrará usted en condiciones de pasar a la acción y conseguir que sucedan cosas. Aplique su propio sentido de auto valía y niéguese a dejarse derrotar por sus propias actitudes. Esos parecen ser los ingredientes básicos para la supervivencia, en los campos de prisioneros y, aunque de forma menos dura, en la vida cotidiana, donde los barrotes de cárcel se los impone uno mismo en la mayoría de los casos.

RESPONSABILIDAD.

Asume la responsabilidad de tus compromisos y de tus acciones. Eres responsable por las decisiones que tomas, buenas o malas, y por los resultados que obtienes, buenos o malos.

No busques excusas para absolverte de tu responsabilidad, ni justifiques tu propio error con el error de otro. No culpes a otros o a la mala suerte o a las circunstancias externas de tu situación; no aduzcas tus propias debilidades como justificación de lo que haces o dejas de hacer.

Si lo que estás haciendo no funciona o no da los resultados esperados, reconócelo sin demora. Busca ayuda. No te excuses; sé claro con respecto a tu situación. Ello crea un ambiente propicio para que los demás se comprometan y sean honestos. A veces, la no obtención del resultado esperado puede haberse debido a que sobreestimamos el tiempo y la energía de la que disponemos. Cuando eso suceda, debemos reconocerlo y sacar de esa experiencia alguna lección. Cuando haya hecho algún esfuerzo y, no obstante, algo salga mal o no resulte como esperaba, reconozca su parte de responsabilidad.

Un resultado decepcionante casi nunca es completamente “por mi culpa” o “por su culpa”. A todos los involucrados les cabe su cuota de responsabilidad. Lo que se requiere es honestidad y nuevos aprendizajes; no culpa o negación. Cuando damos lo mejor de nosotros mismos para cumplir lo que hemos prometido, disminuye la propensión a actuar a la defensiva y a sentirnos culpables si se presentan errores o reveses.

No debemos cejar en la búsqueda de los mejor que hay en nosotros. En este planeta, tú eres el único responsable de tu vida. El sentido de la responsabilidad procede del corazón, y no del exterior. Es conciencia, y aún más. Nos disuade de inventar disculpas. Nos hace ver rápidamente los problemas y las responsabilidades, impulsándonos a actuar de maneras novedosas, con compromiso y sinceridad.

COMPROMETERSE Y MANTENER COMPROMISOS.

En el corazón mismo de nuestra integridad se encuentra nuestra aptitud para comprometernos y prometer, y para mantener compromisos y promesas. Los compromisos, con nosotros mismos y con los demás, y la integridad con la que los mantenemos, son la esencia de nuestra proactividad y de nuestro crecimiento.

Cuando identificamos en nosotros mismos debilidades, áreas que hay que mejorar, áreas de talento que deben desarrollarse, o áreas que hay que cambiar o eliminar de nuestras vidas, nos decidimos a actuar, nos hacemos promesas, establecemos metas y somos fieles a esas metas. Así adquirimos la fuerza de carácter que hace posibles todas las otras cosas positivas de nuestras vidas.

En este punto encontramos dos modos de tomar de inmediato el control de nuestras vidas. Podemos hacer una promesa y mantenerla. O establecer una meta y trabajar para alcanzarla. Al comprometernos y mantener nuestros compromisos empezamos a establecer una integridad que nos proporciona la conciencia de autocontrol y el coraje y la fuerza de aceptar más responsabilidades por nuestras propias vidas. Al hacer y mantener promesas poco a poco nuestro honor pasa a ser más importante que nuestros estados de ánimo.

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